jueves, julio 26, 2007

Rolling Thunder Revue

La Rolling Tunder Revue se lanzó a la noche de nieve marrón a toda velocidad. Sam Sephard se acomodó en el autobús tratando de tomar algunas notas, mientras los faros traseros de la caravana de Dylan lanzaban guiños a través de la vieja carretera. El concierto quedaba atrás como el vapor un guiso lisérgico puesto a hervir durante horas. El próximo pueblo esperaba en la madrugada. Los músicos dormían o fumaban petas. Un bache hizo sonar varios acordes de una guitarra y lanzó parte del material de rodaje contra el fondo de la bodega. A la mañana siguiente llegarían buenas noticias sobre la revisión del juicio a "Huracán" Carter. Allen Ginsberg declamó algunos versos recientes dedicados a su padre antes de ponerse a roncar, a la vez que otos mordisqueaban fríos sandwiches de pavo. Las semanas de gira, las canciones, los pequeños locales rurales a rebosar, los hoteles de paso, los tranquilizantes, la cocaína, las inyecciones de vitaminas, la cerveza, el bourbon, los versos, Keurac, la película, los disfraces, el maquillaje, las botas, las confesiones, los gritos, los momentos surrealistas... todo pesaba sobre los huesos, atronaba la conciencia y hacía que el sentido de la realidad se desvaneciera como el humo de los cigarrillos.


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1 Comments:

At 9:00 p. m., Blogger A. M. Salanova said...

Bunbury trató de imitarlo con el Freak Show, pero cualquier imitación es absolutamente imposible. Ni de lejos.

 

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