viernes, abril 21, 2006

Diario de Moscu (II)

Isaac abrió la ventana y tomó una bocanada de tristeza. El edificio, construido en los años setenta, se levantaba en una avenida con jardines y prisa. Era su segundo día de trabajo en la empresa, pero parecía el trescientos cuarenta y tres. El ánimo de sus nuevos compañeros apenas se distinguía de la humedad de los techos, de las paredes estragadas, de los ascensores sombríos, los muebles gastados y las plantas artificiales con sus frutos de polvo.
Dalia recordó el último verano de los años noventa. Pasó una semana de vacaciones en un albergue de montaña. Entonces, pensaba que estaba en la víspera de la vida. Pero no se casó. Él cambió de opinión.
Al salir del trabajo, Isaac pasó por el mercado y llegó a casa con el cielo ya oscuro. Preparó una cena ligera y se acomodó cerca del teléfono. Se provocó el sueño y decidió llamar a Dalia a la mañana siguiente.
A las once menos cuarto, Isaac se abrochaba el último botón del pijama y conectaba el despertador con un rumor de inquietud bajo la sábana. Abrió el diario y garabateó una tosca descripción de la desolación que dominaba su lugar de trabajo. Si supiera ruso, pensó, sería más facil describir cómo es aquello.

periodismo
periodismo